De paseo por El Cañaveral

17.09.2017 todoVicávaro.es se adentra en el nuevo barrio vicalvareño, El Cañaveral. Un paseo por el que, dentro de unos años, será uno de los grandes barrios de nuestro distrito. Para ello, comenzamos nuestra ruta en bici dirigiéndonos hacia el único acceso por carretera que une ambas zonas. Primero atravesamos el polígono industrial de Vicálvaro donde se mezclan prostitución, edificios en ruinas, calles cortadas, vertidos incontrolados de escombros y empresas que acaban de instalarse y relucen sus nuevas fachadas frente al estado ruinoso de aceras, calzadas y la pobre vegetación que asoma en los muchos y variados descampados de la zona.

Nos dirigimos hasta la calle Boyer, donde se encuentra el túnel bajo la R3. Un espacio que hasta hace poco se podía atravesar a pie, pero no en coche o bicicleta. La calzada se vuelve cada vez más intransitable, pero todo cambia con el nuevo asfaltado al otro lado del túnel, que aún conserva una caseta de obra que entorpece el paso de los peatones en la acera. Tras pasar el túnel, la calle Boyer se convierte en calle La Roda, según Google Maps, aunque los nombres de muchas calles todavía son provisionales, ya que incluso, también según Google Maps, esta misma calle se convierte durante unos metros en la Avenida Comandante Franco para volver a ser La Roda.

Nuestro primer destino es visitar las instalaciones de la empresa de logística ferroviaria alemana DB Schenker, que se ha instalado junto a las vías del tren que une Vicálvaro con Coslada y otras poblaciones del Corredor del Henares. Tras observar la gran capacidad de almacenaje de la nueva terminal y todos los camiones aparcados en su interior, seguimos con nuestras bicicletas hasta llegar a uno de los límites de El Cañaveral, que también es uno de los límites del distrito de Vicálvaro y por lo tanto de Madrid. La frontera entre Madrid y Coslada. En una época en la que las fronteras están desapareciendo progresivamente en el espacio europeo, nos parece increíble que sea imposible cruzar desde Vicálvaro hasta Coslada, dos poblaciones cercanas que viven de espaldas, en parte por estos muros artificiales. Una valla, que llega a ser doble en algunos lugares, separa el agradable y buen cuidado parque de El Humedal cosladeño del nuevo barrio que se construye a este lado de la frontera.

Decepcionados por constatar este hecho, que ya nos esperábamos nos dirigimos hacia la avenida principal del barrio, la única que aparece señalada en los carteles, la dedicada al escritor vallisoletano Miguel Delibes. Según Wikipedia, Delibes fues un “gran conocedor de la fauna y flora de su entorno geográfico, apasionado de la caza y del mundo rural, supo plasmar en sus obras todo lo relativo a Castilla y a la caza”. Paradojas de nuestros tiempos, el Ayuntamiento de Madrid ha homenajeado a este apasionado del mundo natural con uno de los más recientes desarrollos de cemento y asfalto que se construye sobre una de las últimas zonas no urbanizadas del este de la capital.

Desde que nos hemos adentrado en El Cañaveral, nos hemos cruzado con dos parejas de ciclistas, un peatón que recorre las áridas calles sin sombra de este nuevo espacio, pero que descubrimos con alegría que cuentan con largas hileras de árboles que en unos años harán de esta zona un sitio más verde y agradable que en la actualidad. Antes de atravesar el puente que salva el obstáculo de la M-45 (afortunados aquellos que viven entre la M30 y la M40, esto es la periferia de la periferia) en la zona más alta del barrio, divisamos unas buenas vistas de Vicálvaro y Madrid. El cerro de Almodóvar, las torres más altas de Valderrivas y San Cipriano y la torre de la iglesia de la Antigua, que se empeña en recordar los orígenes de Vicálvaro y que sobresale entre edificios impersonales de ladrillo. Desde el siglo XVI, orienta sobre la situación del centro de Vicálvaro. Al otro lado, hacia el centro y la derecha vemos Torrespaña, las cuatro torres de la Castellana y el flamante Wanda Metropolitano, que hoy está de estreno y cuya estruendosa música de la fiesta de bienvenida llega hasta El Cañaveral.

Ahora ya sí cruzamos la M45 y por fin vemos las primeras construcciones. La mayoría está aún por terminar y empezar a habitar. Por esta zona, nos cruzamos con más coches, pero cuya presencia aún es ridícula comparada con el ancho de sus avenidas, de hasta cuatro carriles por sentido en algunos lugares. Además, también vemos al primer grupo de peatones, cuatro adolescentes que dan vueltas por las vacías calles, muchas de ellas todavía cortadas al tráfico y donde predominan las grúas, las casetas de obras y los carteles de las nuevas promociones de viviendas, que destacan lo maravillosa que será la vida en El Cañaveral en urbanizaciones con piscina y pistas para hacer deporte. Los nombres también son de lo más evocadores como Cañaveral Tower o Cañaveral Building.

Una vez completada la vuelta, donde llegamos casi hasta Coslada nos dirigimos de nuevo hacia la calle Boyer y nos encontramos con el único medio de transporte público que existe por el momento, el autobús 290, un transporte interurbano, que une El Cañaveral con Coslada. A pesar de pertenecer al distrito de Vicálvaro y por lo tanto a la zona A de abono de transporte, el Consorcio de transporte ha decidido conectarlos con la zona B1.

Atravesamos de nuevo el túnel de la calle Boyer, sabiendo que cuando volvamos todo volverá a ser distinto y es que en El Cañaveral cada día que pasa es un día más en la construcción de un nuevo barrio.